Tal y como estaba previsto ha comenzado el proceso de diálogo con Batasuna. Y la verdad es que me parece una decisión acertada. No es la primera vez que se intenta un acercamiento de posturas, y no sé si será la última, pero percibo que hay más elementos para ser optmistas que en anteriores ocasiones. Hay razones de peso que llevan a pensar que en el mundo abertzale radical hay una necesidad de encontrar la paz. Y en este momento actual la palabra necesidad cobra especial relevancia, ya que la situación global en la que nos encontramos ha ido cambiando desde hace unos años hasta el presente.
Esta necesidad de paz es consecuencia de la coyuntura en la que se encuentra ETA, con un escenario internacional muy diferente al de hace 8 años, en el que, incluso, muchos de los anteriores activistas sienten rechazo por el terrorismo, o al menos se han visto forzados a reflexionar sobre otros caminos, por el repudio que generarían ahora sus acciones en la opinión pública, incluso dentro del independentismo vasco. Un independentismo fracturado sería un triste final para sus aspiraciones, una lucha en balde. Se puede decir que el terrorismo islamista ha ayudado indirectamente a destruir al de ETA, acomplejado y asustado por la magnitud del primero.
En el País Vasco se lleva fraguando durante años una desmovilización de la violencia, tanto física como psicológica, que sólo los elementos extremistas están dispuestos a dinamitar. Podemos encontrar a estos grupos reaccionarios normalmente distribuidos entre la población, tanto en ideologías pretendidamente de izquierdas como de derechas, tal y como ya reflejó el psicólogo
Hans Eysenck en su teoría bidimensional de las actitudes sociales. Eysenck venía a decir que las personas nos dividimos, en cuanto a posicionamientos ideológicos, en dos grupos (está claro que en esto, como en todo, hay mucho “mestizaje”): los de mente dura -tough minded- y los de mente blanda -tender minded-. Los primeros tendrían actitudes reacias al cambio, intolerantes y autoritarias, mientras que los de mente blanda serían lo opuesto. Es decir, Aznar (o su pupilo Rajoy) y Zapatero, por decirlo gráficamente. Resulta primordial dejar las riendas del proceso a personas que estén a la altura de una negociación que resulta imprescindible. Es por eso que los sectores ultras del PP deberían permanecer al margen y actuar con dignidad, no manipulando a las víctimas con mensajes que no tienen sentido.
A mí, particularmente, me resulta decepcionante ver tantas energías instaladas en el odio y el revanchismo, ahora que se abre un tiempo de esperanza para traer la paz. En el caso de los familiares de víctimas de ETA, si ya es triste el sufrimiento por las consecuencias de los atentados, doblemente triste resulta comprobar el rencor con el que afrontan lo sucedido. Víctimas de ETA y víctimas de la politización que se ha hecho del asunto. La manida frase de “ni perdono ni olvido” denota una nula aceptación del mensaje de Cristo, curioso, cuando menos, en un sector de la población que se considera católico en su totalidad. Aunque ahí deberíamos hacer la diferenciación entre un católico y un cristiano. Que no, no sólo no es lo mismo, sino que es muy diferente. Como diferente es la demanda de justicia del deseo de venganza. No creo que en España debamos practicar una Sharia al estilo ibérico.
Volviendo al tema de la etapa de diálogo que se abre, la verdad es que tampoco podemos caer en un exceso de optimismo. Cierto es que la voluntad para solucionar un conflicto por parte de ambos bandos es lo primordial, pero hay que llenar la idea de contenido. El tema del acercamiento de presos, reducción de penas o amnistía de los condenados con delitos menos graves, con seguridad será uno de los asuntos que se van a poner sobre la mesa, junto a la legalización de Batasuna (que sólo tendrá efecto cuando acepte las vías políticas y democráticas y rechace la violencia). Creo que, aunque en el sector duro del MLNV* existan voces que se opongan a la condena de la violencia, finalmente se impondrá la cordura debido a la gran presión social a la que están sometidos. El punto donde percibo que pueden llegar las fricciones es en el de la autodeterminación y la territorialidad. Un problema jurídico y legal que va a tener detrás al PP crispando el ambiente desde ahora hasta el final. Una muy mala noticia para encontrar la paz, donde el partido socialista va a recibir reproches e insultos continuamente, en un ejercicio de deslealtad por parte de los que otrora ya intentaron negociar. La derecha y su amnesia histórica.
No sé donde terminará este proceso, pero lo que está claro es que hay que sentarse a hablar (y escuchar), como bien han entendido todos los dirigentes internacionales, muchos de ellos no sospechosos precisamente de militancia izquierdista. Lo contrario sería una vuelta a días de sangre y horror, que no sé por qué, pero a algunos no terminan de disgustarles del todo.
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Movimiento de Liberación Nacional Vasco.